Manuel Mª Lejarreta Lobo es el Secretario General de la Fundación Consejo España-EE.UU. Nació en Vitoria, el 23 de abril de 1960.
Licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra, ingreso en la Carrera Diplomática en 1987. Fue Secretario y posteriormente ocupó la Segunda Jefatura en la Embajada de España en Malabo (Guinea Ecuatorial), después fue Secretario de la Embajada de España en Santiago de Chile, también ocupó la Segunda Jefatura de la Embajada de España en Yakarta y fue consejero Político de la Embajada de España en Buenos Aires.
El último destino en Madrid fue Subdirector General de Países de Mercosur y Chile (2006-2011), habiendo sido antes Subdirector General de Asia Continental. Fue elegido Vicepresidente de la Asociación de Diplomáticos Españoles, cargo que ejerció los años 2008 y 2009. En julio de 2011 fue designado Embajador de España en Guatemala, tomó posesión el 26 de septiembre de dicho año y Cesó el 18 de agosto de 2015. Durante el mismo período, 2011-2015, fue Embajador de España en la República de Belice, con residencia en Guatemala.
Con el lanzamiento de la serie de videos “Sabías que…” queremos divulgar los estrechos lazos que existen entre EE.UU. y España. ¿Cuáles son los más importantes que Ud destacaría?
Creo que la opinión pública española, en términos generales, tiene poca conciencia de las fuertes vinculaciones entre España y los EE.UU. de América, no sólo en la perspectiva histórica sino también en la actualidad.
Muy poca gente sabe que el asturiano Pedro Menéndez de Avilés fundó en la Florida en 1565 San Agustin, la primera ciudad europea en territorio de lo que hoy es EE.UU., que más de la mitad de dicho territorio estuvo bajo jurisdicción española o que la ayuda de España durante el reinado de Carlos III en el siglo XVIII fue determinante para que las trece colonias americanas derrotaran a la metrópoli de Londres y nacieran los Estados Unidos como país independiente.
En el plano económico, debe saberse que somos socios con una interrelación creciente y una balanza comercial equilibrada. EE.UU. es nuestro sexto socio comercial y el primero fuera de la UE -el mayor inversor extranjero-, mientras que alrededor de 700 empresas españolas están presentes en el mercado norteamericano construyendo autopistas en California, modernizando el aeropuerto de Denver, haciendo estaciones de metro en Nueva York o parques eólicos en Texas. Además, el mercado estadounidense es nuestro segundo destino de inversión.
Por otra parte, los vínculos entre nuestras Fuerzas Armadas son muy estrechos y antiguos. El Convenio de Cooperación para la Defensa de 1988, con sus tres Protocolos de Enmienda, establece el marco en materia de defensa y seguridad. No se trata sólo de las bases de soberanía española de Morón y Rota, donde viven gran número de tropas americanas y se alojan buques y aviones americanos, sino también de los ejercicios militares que se desarrollan en el marco de la OTAN y las misiones conjuntas de paz en lugares como Irak y Afganistán, entre otros.
Finalmente, hay un lazo fundamental: el hecho de que aproximadamente 50 millones de personas hablen español en los EE.UU., idioma que tiene un ímpetu notable en ese país donde vive una joven comunidad hispana. Esto nos permite un acercamiento cultural, económico y, sobre todo, personal más ventajoso respecto a otros países. Como he escuchado decir a S.M. Felipe VI en más de una ocasión: “El español es una lengua americana”.
De cara al futuro, ¿qué pasos se deben seguir dando para fortalecer los vínculos de ambos países?
En primer lugar, hay que considerar que las relaciones entre nuestras dos naciones tienen un carácter estructural, lo que significa que, al margen de las actuaciones de los gobernantes en una determinada coyuntura, hay unas tendencias fuertes y unos intereses permanentes.
Por ello, además de las iniciativas políticas de los gobiernos, como son la firma de acuerdos, el mantenimiento de diálogos políticos o la colaboración en cuestiones concretas de la actualidad internacional, cuenta la iniciativa de la sociedad civil, de las empresas y del mundo de la cultura. Por ejemplo, The Hispanic Council o la Fundación Consejo España-EE.UU. somos dos buenos exponentes de instituciones privadas que trabajamos para reforzar estas relaciones en diversos ámbitos. También en EE.UU. hay instituciones interesadas en ese sentido.
En mi opinión juegan un papel clave las instituciones educativas, tanto las de enseñanza media como las universidades; y el intercambio de personas, sobre todo de jóvenes, es una herramienta útil.
Además, hay que facilitar el comercio bilateral y la labor de las empresas de ambos países que emprenden proyectos conjuntos o invierten en el otro país. Aquí juegan un papel significativo las Cámaras de Comercio.
La comunidad hispana de EEUU continúa creciendo y ganando relevancia en diversos aspectos de la sociedad, ¿qué impacto cree que tendrá en el futuro cercano del país?
Todo apunta a esa mayor relevancia de la comunidad hispana en el conjunto de los EE.UU. en todos los aspectos, por ser una población joven con alta natalidad. EE.UU es ya un país muy diverso, fruto de su historia y por haber sido un lugar de inmigración desde siempre
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. El áspero debate actual sobre el fenómeno migratorio que, lamentablemente y en algunos sectores, ha puesto a la comunidad hispana en una posición a la defensiva creo es síntoma de esa pujanza.
Pienso que ese fortalecimiento de la comunidad latina o hispana, como quiera llamarse, y que ya supone aproximadamente el 18% de la población, consolidará la diversidad cultural del país y su carácter de sociedad abierta, debilitando esos sectores que pareciera pretenden re-direccionar el país hacia una América anglosajona, blanca y provinciana que no es realista. Estas no son tendencias que se den solo en EE.UU.; también las vemos en Europa.
Será interesante seguir el impacto de esa pujante comunidad hispana en el campo de las industrias culturales y en los patrones de consumo, así como su incidencia en los medios de comunicación.
Además, hay muchos grupos de hispanos que se han asociado en distintas instituciones profesionales, laborales, empresariales, culturales, etc., que muestra que hay clara conciencia de su fortaleza y de sus derechos. Todo ello conforma un tejido bastante resistente que pienso operará como grupo de presión cada vez más fuerte.
Me gustaría también subrayar que los hispanos de EE.UU. no son un grupo homogéneo y que, por encima de todo, son estadounidenses. Por ello, hay que ser prudentes a la hora de analizar esta realidad y huir de planteamientos simplistas y, por supuesto, no caer en ningún tipo de paternalismo desde España.
¿Está sabiendo aprovechar España todo el potencial que tiene en EEUU? ¿Qué otras medidas se podrían poner en marcha?
Me resulta difícil saber cuál es “todo nuestro potencial”. Creo que en el plano oficial, en general y con alguna crisis coyuntural de por medio, los sucesivos gobiernos españoles han tenido clara conciencia del papel clave que juega EE.UU. como la principal superpotencia mundial, que creo lo va seguir siendo por muchas décadas pese a que ahora haya una cierta tendencia a considerar que el declive de EE.UU. es inminente e inevitable. Por ello, nuestros gobiernos, independientemente de su color, han trabajado por el reforzamiento de esas relaciones. En la actualidad, una realidad positiva es que el Instituto Cervantes tenga como prioridad la apertura de sendos centros en Los Ángeles y Washington, lo que me parece esencial para reforzar nuestra lengua que no está exenta de cierto peligro de debilitamiento a medio plazo.
Somos países aliados, amigos y con vínculos históricos que hay que poner en valor porque son una realidad, pero como base para proyectarnos al futuro. Pertenecemos a ese mismo espacio -más de valores, cultural e intelectual que meramente geográfico- que llamamos “Occidente”, lo que nos hace de alguna forma sentirnos próximos y compartir ciertos códigos.
En España ciertamente ha habido un fuerte sentimiento antiamericano que arrancó con la Guerra de Cuba y se alimentó de un intervencionismo político y militar en América Latina que perjudicó su imagen. Tengo la impresión de que ese sentimiento se ha neutralizado y que hoy EE.UU. es un país admirado y bien considerado. Partiendo de lo anterior, creo que tenemos un potencial interesante que desarrollar con EE.UU. En este sentido, hay que lograr que los ciudadanos y organizaciones estadounidenses conozcan más y mejor España, porque seguimos padeciendo un déficit de imagen asociado a algunos estereotipos que poco tienen que ver con la España del siglo XXI.
En concreto, sería necesario un mayor diálogo entre los legisladores de ambos países, que estimo es muy débil; habría que establecer una comisión bilateral parlamentaria España-EE.UU. Lo mismo sucede en el plano de las autoridades autonómicas; aunque ya hay intercambios, estos se deberían reforzar porque tanto los Estado americanos como nuestras Autonomías tiene mucha capacidad de acción. Por último, aunque no conozco bien el área, sospecho que en el ámbito universitario deberíamos hacer también un esfuerzo.
Recientemente, Joaquín Castro tomó posesión como presidente honorífico del US-Spain Council, entidad homóloga a la fundación Consejo España-EEUU. ¿Qué papel cree que jugarán los hispanos en la política de EEUU? ¿Ve a su hermano Julián Castro con posibilidades en las primarias del Partido Demócrata?
El Senador por Virginia, Tim Kaine, quien hizo un gran papel al frente del US-Spain Council en los últimos cinco años y ha demostrado ser un gran amigo de España, nos ha dejado como sucesor a otro político demócrata muy relevante, joven y con proyección creciente como es Joaquín Castro. Tuve la oportunidad de reunirme con él en Washington y le vi muy entusiasmado en trabajar para reforzar las relaciones con España. Es un político muy capaz, de sólidas convicciones democráticas y con una visión clara y abierta frente a los retos que enfrentan nuestras sociedades.
Joaquín Castro aporta un valor añadido, que es su íntima vinculación con el mundo hispano al que pertenece. Es miembro distinguido de diversas instituciones hispanas y forma parte del Caucus Amigos de España del Congreso, lo que nos permitirá trabajar fluidamente. A medio plazo, tendremos que coorganizar el XXIV Foro España-Estados Unidos que se celebrará a principios de noviembre en San Antonio (Texas), la tierra chica de los Castro.
Los hispanos jugarán un papel cada vez más relevante en la política americana. No sólo habrá más legisladores hispanos, sino también más autoridades. Tras la presidencia de Obama, se habla sobre la posibilidad de que haya un presidente hispano. No creo que ocurra próximamente, intuyo que la tendencia apunta a que una mujer llegue antes a la Casa Blanca.
El hermano gemelo de Joaquin, Julián Castro, es otro político de gran talla y muy experimentado pese a su juventud; recordemos que fue Secretario de Vivienda en la Administración Obama. Los Castro son muy conocidos en Texas y tienen una trayectoria muy consolidada. Sin embargo, a la fecha de esta entrevista a mediados de febrero, las encuestas sitúan a Julian en un segundo discreto plano frente a otros aspirantes demócratas. Ya hay más de una decena de candidatos demócratas, cuatro de ellos mujeres, y la lucha está muy abierta.
He escuchado a más de un experto analista político americano decir que Julián Castro no tendría en principio muchas opciones de conseguir la nominación demócrata. Dicho esto, hay que seguirle de cerca porque es un político de mucho fuste, respetado y con gran capacidad de recaudar fondos y, consecuentemente, su candidatura puede crecer. Habrá que ver cómo evolucionan las cosas en el apasionante y entretenido proceso que son las primarias en EE.UU. y la carrera presidencial. Queda mucho trecho por recorrer hasta noviembre de 2020.
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