Sidney Franklin (cuyo nombre real era Sidney Frumpkin) es un nombre desconocido para muchos, pero que cuenta con una historia que merece la pena leer. Nació en Brooklyn, Nueva York, un 11 de julio de 1903 y por aquel entonces ni se imaginaba que sería matador de toros. Fue uno de los diez hijos de una pareja de judíos ortodoxos nacidos en Rusia pero su destino esperaba cerca de los ruedos.
Tras discutir con su padre se fue a México y allí comenzó a conocer el mundo de la tauromaquia. Cuentan que fue a raíz de una discusión, en la que le insinuaron que los estadounidenses no tenían valor para ser toreros, cuando decidió ser matador. Así, se preparó en México y debutó en el país como novillero el 27 de julio de 1924, con novillos de Cazadero.
Continuó lidiando corridas en otras plazas de América hasta que dio el salto a España y debutó en Sevilla como novillero el 9 de junio de 1929, alternando con Camará II, que resultó cogido, y Reina Echevarría con novillos de José Rufino Moreno Santamaría. Esa temporada toreó 14 novilladas y conoció al escritor Ernst Hemingway que era un aficionado al festejo taurino y con el que entabló gran amistad. En 1930 fue cogido gravemente en Madrid y tras ello regresó a México y posteriormente a Estados Unidos.
En 1937 volvió a España de la mano de Hemingway, quien cubría la Guerra Civil, pero pronto volvería a Estados Unidos. Fue en 1945 cuando regresó a España para tomar la alternativa como matador de toros el 18 de julio de 1945 en Madrid. En 1952 escribió su autobiografía, Bullfighter From Brooklyn, mientras mantuvo en España su carrera y diversos negocios hasta 1957. Posteriormente, volvió a Estados Unidos y México donde se retiró del toreo en 1959 tras una última cogida. Falleció en Nueva York en 1976 después de residir durante los últimos siete años de su vida en una residencia de ancianos.
A Franklin, se le conocía como «El Yanki» o «El Torero de la Torah», sin duda un personaje curioso dentro de la tauromaquia y de la relación de España y Estados Unidos.