El diario económico Expansión publica en su edición del 22 de junio un análisis de Daniel Ureña, Presidente de The Hispanic Council, sobre los candidatos a las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos.
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A continuación reproducimos el análisis publicado:
El mandato de Barack Obama se acerca a su fin. Siete años después de su apoteósica elección, en la que hizo historia al ser el primer presidente afroamericano, todos los ojos están ya puestos en quién será su sucesor a partir de 2016. Mario Cuomo, Gobernador demócrata de Nueva York, solía decir que se hace campaña en poesía y se gobierna en prosa. En el caso de Obama su poesía ha sido mucho más bella que su prosa, ya que su acción de gobierno no ha conseguido satisfacer buena parte de las enormes expectativas generadas en 2008. Con una pérdida de valoración de más de 20 puntos en las encuestas desde sus inicios, el Presidente afronta la fase final de su etapa en la Casa Blanca con el objetivo de consolidar su legado. En las últimas semanas ha tenido que hacer frente a votaciones en el Congreso en las que los propios miembros de su partido han votado en contra de sus tesis, especialmente en política comercial.
Obama pasará a la historia no sólo por el carácter simbólico de su victoria, sino que también lo hará por haber sido el presidente que acabó con el enemigo número uno de Estados Unidos, Osama Bin Laden; por su afán de reformar el sistema sanitario, pero también por haber abierto el diálogo con Cuba, en una estrategia que todavía está por ver si da sus frutos. Desde el punto de vista económico, su Administración ha conseguido situar las cifras de desempleo en los niveles de 2008, en torno al 5,5% cuando todavía la crisis no había comenzado a hacer estragos. Además, ha conseguido mejorar la imagen de Estados Unidos a nivel internacional, lo que supone un importante logro desde el punto de vista diplomático. En este sentido, es curioso que la valoración de Obama suele ser más positiva fuera de las fronteras de Estados Unidos que dentro.
En el año y medio que el Presidente tiene por delante son muchos los desafíos a los que tendrá que hacer frente. Por ejemplo, la creciente amenaza del fundamentalismo yihadista, con un Estado Islámico que no para de extender sus tentáculos, carece todavía de una política estratégica capaz de hacerle frente de manera integral. Además, en los últimos años se ha producido un repunte de los casos de violencia racial en el país, una herida que se reabre con cada uno de estos lamentables sucesos.
El mundo es muy diferente al de 2008. Muchas cosas han cambiado, desde el punto de vista económico, social y político. Y en este nuevo escenario global, donde las amenazas y los riesgos son mucho mayores que hace siete años, el mundo sigue necesitando el liderazgo de Estados Unidos. A pesar de que muchas voces hayan diagnosticado el declive de su influencia se equivocan. Estados Unidos sigue siendo la principal potencia económica, militar y cultural a nivel mundial y desde el punto de vista de los países occidentales, como el caso de España, cuanto mejor le vaya a Estados Unidos mejor nos irá a nosotros. En caso contrario, las alternativas al liderazgo de Estados Unidos no son muy alentadoras, especialmente desde el punto de vista de las libertades, los derechos humanos y los estándares de la democracia
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. En este sentido, las negociaciones en torno al Acuerdo de Libre Comercio entre Europa y Estados Unidos (TTIP) son cruciales para que la alianza entre ambos actores se refuerce todavía mucho más. Para Europa, que sí está en una grave crisis de liderazgo y de identidad, es imprescindible reforzar sus lazos atlánticos, ya que de lo contrario su irrelevancia en el teatro de operaciones internacional sería todavía más acuciante. Por ello, Europa se juega mucho en las negociaciones del TTIP, mucho más que Estados Unidos.
Bajo este contexto la carrera electoral de 2016 no ha hecho más que comenzar y no faltan nombres que aspiren a relevar al Presidente Obama. Hasta el momento, son ya 16 candidatos los que están en campaña: 12 del Partido Republicano y 4 del Partido Demócrata. Aunque Hillary Clinton es la clara favorita, antes tendrá que superar a otros compañeros de partido no tan conocidos pero que ya están muy activos: el senador Bernie Sanders y los gobernadores Martín O’Malley y Lincoln Chafee, éste último ex republicano conocido a nivel nacional por ser el único miembro republicano del Congreso que votó en contra de la Guerra de Irak. Los cuatro han hecho oficial y pública su intención de participar en las elecciones primarias y en breve podría sumarse también el senador Jim Webb e incluso algunas voces apuntan a que podría dar el salto el Vicepresidente Joe Biden. No obstante, Hillary Clinton es la clara favorita según todas las encuestas, que le otorgan entre el 55 y el 65% de los votos, seguida de Sanders y Biden (todavía sin anunciar su candidatura) con un 12% cada uno.
Las opciones para los votantes demócratas se sitúan entre el ala más conservadora del partido y proclive al establishment, representados en la figura de Hillary, hasta una opción “socialista democrática” como se ha autodefinido el senador Sanders, pasando por los más centristas O’Malley y Chafee. Todos han mostrado en sus primeros discursos estar a favor de la mejora de la clase media y más control a los empresarios y Wall Street, de una subida de sueldos, de la necesidad de mayor inversión en sanidad e igualdad y de la urgencia de aprobar una reforma migratoria que regularice la situación de más de 11 inmigrantes irregulares que hoy en día hay en Estados Unidos.
Ante el número de candidatos y la poca diferencia entre sus propuestas, se espera una campaña para las primarias demócratas tranquila, en la que algunos estados del norte, como Vermont o New Hampshire, podrían acercar la distancia entre Clinton y Sanders, pero sin grandes sorpresas. Por el momento, a algo más de un año de la convención demócrata, todo apunta a que Hillary Clinton será la candidata a la presidencia de Estados Unidos y, de ganar, se convertiría en la primera presidenta mujer de la historia del país.
La lucha más reñida se dará en el Partido Republicano. Como viene siendo habitual desde 2004 y 2008, la cantidad de candidatos para las primarias supera la decena. Sin embargo, el tiempo (y las encuestas) harán su propia selección natural y muchos de ellos, por falta de presupuesto o de apoyo, se irán quedando en el camino.
Por el momento, en la lista de los 12 candidatos republicanos hay nombres para todos los gustos: ex militares, senadores, gobernadores, médicos o empresarios. El primero en lanzar su candidatura fue el senador hispano Ted Cruz, seguido por el también senador Rand Paul, hijo del libertario Ron Paul, con quien parte sus ideas. Poco tadaron en hacer oficial sus aspiraciones el senador Marco Rubio, también de origen hispano y el candidato más joven (44 años), y el neurocirujano afroamericano Ben Carson. La quinta candidata en presentarse fue Carly Fiorina, la única mujer por el momento en la carrera republicana, seguida por el gobernador Mike Huckabee, que repite por segunda vez en sus intenciones en llegar a la Casa Blanca, al igual que el ex senador Rick Santorum y el ex gobernador de Texas, Rick Perry. También han presentado su candidatura el ex gobernador de Nueva York, George Pataki, y el senador de Carolina del Sur, Lindsey Graham. Y en la última semana han cerrado la lista el ex gobernador de Florida, Jeb Bush y el multimillonario, Donald Trump, que desde su primer discurso no ha estado exento de polémica por sus declaraciones.
A pesar de ser ya doce candidatos se espera que en las próximas semanas se unan a la carrera cuatro gobernadores más: el de Nueva Jersey, Chris Christie; el de Wisconsin, Scott Walker; el de Ohio, John Kasich y el de Luisiana, Bobby Jindall.
Las encuestas presentan todas las opciones a los ciudadanos y los primeros puestos se disputan entre cuatro nombres bien diferenciados sobre el resto: Bush, Walker (aunque todavía no ha presentado oficialmente su candidatura), Rubio y Carson, con alrededor del 10% de los votos, seguidos muy de cerca por Huckabee y Paul, entre el 8 y 9% de los votos.
Las apuestas y análisis sobre quién será el candidato republicano son muy diversas según los medios de comunicación o los estados tenidos en cuenta. Sin embargo, este primer grupo candidatos que lideran las encuestas son los que se perfilan como favoritos por su experiencia y su cercanía cons ciertos sectores de la sociedad decisivos en elecciones presidenciales, como es el caso de los hispanos o de los jóvenes. No obstante, no es descartable que algún nombre pueda dar la sorpresa, como sucedió en la campaña de 2008, cuando Barack Obama no partía como favorito.
Quien sí parte como uno de los favoritos es Jeb Bush. A pesar de su histórico apellido por ser hijo y hermano de ex presidentes, el ex Gobernador de Florida se ha presentado como un candidato moderado, pragmático y muy cercano a la comunidad hispana. Su mujer mexicana, Columba Bush, y su dominio del español le acercan mucho a los votantes hispanos, una comunidad cuyo peso será todavía más decisivo en las elecciones de 2016.
Según datos del Censo de Estados Unidos, actualmente en todo el país hay más de 54 millones de hispanos y más de 23 millones tienen derecho a votar. Aunque los datos de participación entre esta comunidad todavía no son muy altos, su voto sí es determinante en estados grandes como California, Texas o Florida, lugares donde los candidatos a presidente se juegan muchos de los votos electorales necesarios para llegar a la Casa Blanca. De hecho, se considera que cualquier candidato que aspire a ganar las elecciones necesita asegurarse al menos el 40% del voto de los hispanos, algo que muy pocos pueden conseguir.
Por todo ello, el profundo conocimiento de Jeb Bush de la comunidad hispana, su mensaje a favor de una reforma migratoria, su experiencia al frente del Estado de Florida y su alto poder de recaudación de fondos, le convierten en uno de los republicanos más idóneos para hacer frente a Hillary Clinton. Una situación que devolvería a los votantes una de las luchas de dinastías más conocidas en la política estadounidense: Bush VS Clinton. Un debate que polariza mucho a la opinión pública.
Por su también condición de hispano y su experiencia legislativa a pesar de su juventud, el senador Marco Rubio también es una de las apuestas preferidas en todas las quinielas. Ahijado político de Jeb Bush, Rubio ha sabido hacer de su historia personal y familiar un ejemplo de superación, encarnando el ideal del “sueño americano”, de gran calado en la sociedad del país. Rubio tendrá que demostrar durante esta campaña que, a pesar de su inexperiencia ejecutiva, está capacitado para dirigir el país. Sea en 2016 o más adelante, Marco Rubio es uno de los nombres a tener en cuenta en la política de Estados Unidos y que está llamado a ocupar importantes puestos.
Hasta el 8 de noviembre de 2016 tenemos por delante una larga carrera en la que los factores determinantes serán las estrategias, los mensajes, el carácter de los candidatos, su capacidad de comunicación y, en definitiva, su astucia e ingenio para ganar la confianza de los votantes. No hay que olvidar que las elecciones de Estados Unidos son el mayor espectáculo político del mundo en el que sólo pueden votar los estadounidenses pero cuyo resultado sí afectará a todo el mundo. Por tanto, que gane el mejor.