Fernando de Leyba y Córdova Vizcaigaña (Ceuta, 1734) nació en el seno de una familia andaluza, de amplia tradición militar, y fue el quinto hijo de siete hermanos.

Heredó el legado castrense familiar y su trayectoria militar se prolongó durante tres largas décadas. Tiempo suficiente para ser destinado en suelo norteamericano e implicarse en la defensa de las posesiones españolas de ultramar en Nueva Orleans, Arkansas, Cuba o San Luis.

En La Luisiana, que España pasó a controlar en 1763, fue donde el capitán ceutí estaría afincado durante la guerra de independencia de Estados Unidos. Las Trece Colonias norteamericanas, que ansiaban su independencia de la corona británica, necesitaban apoyo militar sólido frente al poderío defensivo y ofensivo muy superior de los británicos.

El apoyo español a los rebeldes norteamericanos fue primero secreto, y después oficial. Fernando de Leyba, que tenía comunicación directa con Bernardo de Gálvez, asumió la empresa de comunicarse con un jefe rebelde, George Rogers Clark, al que debía hacer llegar tanta pólvora y tanto crédito como necesitase. Todo enmarcado en un apoyo implícito y extraoficial hasta la primavera de 1779, cuando Carlos III decidió ratificar la Convención de Aranjuez e implicar a España de manera directa en la guerra de independencia de los Estados Unidos.

A la Alta Luisiana, donde Fernando de Leyba aguantaba el envite británico, llegó el conflicto a principios de 1780, después de que Bernardo de Gálvez provocase la movilización de las tropas británicas hacia el norte al recuperar La Florida. Los británicos creyeron poder replegarse a San Luis, donde esperaban poca resistencia española.

El panorama era desolador: mucho espacio abierto para la contienda, ninguna alianza preparada con tribus vecinas y un apoyo rebelde inaccesible. Ordenó levantar el Fuerte de San Carlos que quedó incompleto por falta de tiempo. El 26 de mayo de 1780, al grito de «¡A las armas, a las armas!», emprendieron el fallido ataque al fuerte. Dos horas bastaron para que los británicos reconocieran una derrota que, de no haberse producido, habría cambiado el curso de la independencia de las Trece Colonias.

El 28 de junio de 1780, después de semanas enfermo, Fernando de Leyba falleció. El monje capuchino F. Bernard se encargó de su entierro, que tuvo lugar en la iglesia parroquial de San Luis.

En mayo de 2021, The Hispanic Council publicó el informe «Fernando de Leyba. El ceutí que cambió la Guerra de Independencia americana», elaborado por César Cervera. Está disponible en este enlace.