El Pew Hispanic ha realizado un estudio en el que analiza la relación de pertenencia de los hispanos con la comunidad. La novedad de esta publicación consiste en que es la primera que se acerca al 11% de hispanos que no se identifican como tal por diversas razones, sobre todo los matrimonios interraciales y el notable descenso de la inmigración, que repercute en el menor número de hispanos no nacidos en EE.UU. o de segunda generación.
El Pew Research Center es uno de los centros de investigación más reputados a nivel mundial, sobre todo por el conocimiento analítico que transmiten sobre Estados Unidos. Una de sus líneas de investigación consiste en el Pew Hispanic Research, proyecto que acerca la realidad hispana del país.
Hispanic Identity Fades Across Generations as Immigrant Connections Fall Away es el título del proyecto que evalúa qué da identidad a la comunidad hispana. A partir de este estudio, realizado a partir de dos encuestas realizadas en inglés y español en 2015 y 2016, se extraen diferentes reflexiones. Una de ellas, tal vez la más importante, ha sido la primera en estudiar a fondo al 11% de los hispanos que no se considera a sí mismos como tal. El centro argumenta que esta realidad ocurre por diversas razones, aunque señala principalmente tres: la generación a la que pertenece cada hispano, los matrimonios interraciales y el descenso de la inmigración.
Si bien un 97% de hispanos no nacidos en EE.UU. sí se siente hispano, porcentaje parecido a los de segunda generación (92%), la diferencia con la tercera generación aumenta en veinte puntos porcentuales (un 77%), mientras que en los de cuarta generación o más, el porcentaje de población es de un 50%. Como se ve, el paso del tiempo influye de manera negativa, y es aquí donde entran los otros dos factores que indicamos. Por una parte, desde 1980, uno de cada cuatro nuevo matrimonio hispano está compuesto por un no hispano (blancos, afroamericanos o asiáticos), ratio que superior al de cualquier matrimonio interracial. Además, estas cifras aumentan con cada generación. Por otra parte, si entre 1980 y el 2000 tuvo lugar una gran oleada de inmigración hispana (que coincidió con la segunda generación de los llegados en los sesenta y setenta), la inmigración hispana en estos últimos años ha descendido considerablemente. Esto hace que los hispanos de segunda generación o más sea el 62% del total, el 92% entre los menores de 18 años.
Por tanto, entre los adultos hispanos a los que hace referencia el estudio (42,7 millones), 5 millones no se consideran hispanos. De estos, el 81% nunca han tenido esa identidad cultural, bien porque la ascendencia es remota o porque tienen orígenes mixtos.
Uno de los datos más curiosos se centra en el debate sobre si el uso del español puede ser tomado como un hecho diferencial de la comunidad o como un hecho nivelador; si se habla español se puede ser hispano o si se habla español se es más hispano. Los datos hablan por sí solos: el 71% de los hispanos considera que no es necesario hablar español, porcentaje de afirmación que oscila entre el 58% de los no nacidos en EE.UU., el 84% de los de segunda generación y el 92% de los de tercera generación.
El informe coloca en un papel diferenciador a la familia. Tanto para la transmisión de la lengua como de la propia cultura (tradiciones), el análisis constata que aquellas familias en las que se ha optado por el bilingüismo integrador tienen miembros de ulteriores generaciones que se siguen considerando hispanos, pese al mestizaje o a la distancia generacional.