Manuel Lucena Giraldo, historiador y escritor dedica su vida a la investigación académica, vocación que le ha llevado a impartir clase en diversos centros universitarios, trabajar al lado de grandes referentes y ocupar una parte de su vida en la asesoría cultural diplomática. Doctorado en Historia de América por la Universidad Complutense de Madrid, con una tesis titulada «Viajes y exploraciones científicas españolas a la Guayana (1754-1793)», actualmente es Investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC). Incardinado al Departamento de Estudios Americanos, su producción científica incluye más de una decena de libros y más de treinta artículos científicos. Ejerce como profesor de Relaciones Internacionales en el Instituto de Empresa (IE).  Anteriormente, fue profesor visitante en la Universidad de Harvard, Lecturer BOSP en Stanford University e investigador y profesor visitante en Tufts University (Boston), Pontificia Universidad Javeriana (Colombia), IVIC (Venezuela), Universidad de los Andes (Chile y Colombia), Colegio de México y St. Antony’s College de la Universidad de Oxford. Ejerce, asimismo, como profesor de no-ficción en la escuela de escritura de Penguin Random House. Ha sido agregado de educación en la Embajada de España en Colombia y ha desempeñado cargos de gestión de educación superior. Forma parte del consejo asesor de “National Geographic” en historia global y es miembro de la European Academy.

¿Cuál fue la contribución española a la Revolución Americana? ¿Qué consecuencias trajo a España el nacimiento de ese nuevo país?

La aportación española primero en recursos financieros y más tarde en acciones de la Real Armada y el ejército fue sustancial, en combinación con la francesa. Podemos afirmar que si el apoyo de los franceses fue decisivo para la victoria de los colonos angloamericanos, nunca habría sido sostenible ni operativo sin la colaboración española. Sabemos que en términos financieros supuso un año de los recursos fiscales recaudados por la monarquía española. Y en términos militares, su importancia radicó sobre todo en que obligó a los británicos a atender múltiples escenarios de guerra.

Para España el nacimiento de ese nuevo país supuso tanto una preocupación como una oportunidad, que se malogró a causa de la inestabilidad que trajeron la revolución francesa y el imperio napoleónico.

¿Qué españoles destacaría en esa contienda?

El militar Bernardo de Gálvez y el marino científico José Solano y Bote (ambos participantes en la guerra desde 1779 hasta 1783) y el científico José Joaquín Ferrer, que fue miembro de la Sociedad filosófica de Filadelfia años después, me parecen fascinantes.

¿Cómo influyó España en la configuración urbana y social de EEUU?

No se puede explicar ni concebir Estados Unidos sin la herencia hispana y española, como ha mostrado Felipe Fernández Armesto. Creo que sus mejores virtudes culturales y políticas se vinculan a una idea de melting-pot, un país de mestizaje, que tiene raíces mediterráneas evidentes.

¿En qué punto considera que se encuentran las relaciones España-Estados Unidos?

Buenas en general y prometedoras en campos como la educación y las universidades, si bien con sinergias y convergencias no exploradas todavía.

¿Cómo cree que puede enfatizarse la herencia hispana?

Creo que Estados Unidos recoge una herencia clásica, griega y romana, a través de España y del imperio español, que es un imperio de ciudades, ley y derecho, poder con gradualismo, ese énfasis creo que puede ser un espejo interesante para ellos, pero para aprovecharlo deben dejar atrás los maniqueísmos falsos de la leyenda negra antihispana.

¿Debe España abanderar la marca hispana en EEUU desde el punto de vista diplomático-cultural?

España es referencia central de lo hispano pero es una parte solamente, hay quizás 550 millones de hablantes de español y menos del 10% hablan español de España. Creo que sin complejos ni animosidades, pero también con modestia y capacidad de escuchar, queda mucho por hacer, dentro de una estructura colaborativa.

¿Cree que España  debe situarse o mejorar su interlocución como elemento central en la relación EEUU-Iberoamérica-Europa?

Creo que España primero debe reconocerse a sí misma y solo entonces podrá ser un puente privilegiado. Pero tenemos mucho que aprender de nuestra herencia común hispana para aportar a los demás con profundidad y seriedad.

¿Qué valor tiene la cultura y literatura hispanas en Estados Unidos?

Son de las más importantes, pero está pendiente la valoración del español como segunda lengua global y como una riqueza enorme para Estados Unidos, aunque algunos no lo reconozcan así.

¿Cómo cree que pueden mejorarse los lazos entre la sociedad civil española y la estadounidense?

Creo que las universidades y la educación podrían ser un mecanismo privilegiado para una mejora cuantitativa y cualitativa de esos vínculos.

¿Cómo debe aprovechar España la influencia de lo hispano y la herencia hispana desde el punto de vista educativo-formativo?

Creo que sobre todo debería aportar un elemento de globalización y normalidad a quienes estudien, lo español ni es dramático por obligación, ni acaba mal, es antiguo y sabio por decirlo de alguna manera.

Más allá de la bandera del español como idioma, ¿cómo cree que debe España incentivar su papel en el desarrollo de nuevas relaciones académicas y universitarias? ¿Existe una buena red de alianzas entre escuelas universitarias?

El impulso a las relaciones y la presencia de universidades de Estados Unidos y España en la otra orilla del Atlántico creo que debería salir del estadio de la sorpresa y la casualidad a la excelencia global. Nos ayudaría mucho a todos.

¿Cree que debe introducirse en el currículum escolar de España una mayor referencia a la relación con América?

No se estudia casi nada, es una asignatura pendiente e imprescindible. Pero el parroquialismo se ha apoderado de la educación preuniversitaria. Está todo por hacer.