Este año, Estados Unidos está inmerso en un año electoral en el que las sorpresas están siendo protagonistas de uno de los procesos más peculiares de las últimas décadas. Con el auge de una figura rupturista y anti establishment como Donald Trump, o la de Bernie Sanders, se está cuestionando las razones del éxito de estos candidatos y la situación de malestar y desigualdad que representa la clase media americana.

Para entender cuál es el escenario político y económico al que se enfrenta Estados Unidos, qué papel ocupa España en las relaciones con esta potencia y cómo podría afectar una posible presidencia de Donald Trump, entrevistamos a Manuel Muñiz, Director del Programa de Relaciones Transatlánticas en el Centro Weatherhead de la Universidad de Harvard y nuevo miembro del Consejo Asesor de The Hispanic Council.

¿Cuál es el estado actual de las relaciones bilaterales entre España y EEUU?
Creo que la relación entre España y EEUU es sólida. Puede que haya atravesado por momentos difíciles pero se cimienta sobre valores e intereses compartidos que son poco cambiantes. Los ciclos políticos afectan a la intensidad de la relación pero su tendencia de medio y largo plazo es positiva y constante. La visita del Presidente Obama a España prevista para dentro de unas semanas es prueba de la buena sintonía entre los dos países.

Existe realmente una civilización atlántica que representa los valores de la democracia liberal, los derechos humanos, las libertades fundamentales, incluyendo particularmente las minorías y las de género, el libre mercado así como muchos otros principios y valores que España comparte plenamente. Creo que a muchos españoles nos costaría entender nuestro papel en el mundo sin una referencia a estos principios y a la importancia de que se vean respetados en el orden internacional. En un orden global cambiante donde nuevas cosmovisiones (algunas estatistas, otras fundamentalistas y otras privadoras de la libertad individual), intentan erigirse como modelos a seguir, creo que debemos cuidar mucho nuestra alianza transatlántica.

¿Estará España en el foco de atención durante el mandato del próximo Presidente de EEUU?
Hay quien dice que España solo interesa a EEUU cuando da problemas. Eso mismo se dice de Europa en su totalidad. Por ejemplo, se comentó que fue primero la crisis de la Eurozona del 2008 y después la crisis con Rusia del 2015 lo que ha mantenido a EEUU concentrado en cuestiones europeas cuando realmente lo que quería era concentrarse en Asia y en reafirmar a sus aliados en el Este ante las crecientes injerencias Chinas. La realidad de fondo, sin embargo, es que la relación transatlántica es intensa en lo político, comercial y cultural. En lo político por la agenda compartida mencionada antes. En lo económico porque no existe relación comercial y de inversión de mayor importancia que la que une a EEUU y la UE. Daré tan solo un dato sobre esta cuestión: en 2015 la relación comercial transatlántica alcanzó la cifra de 5,5 billones de dólares, sin lugar a duda, la más elevada entre dos bloques comerciales.

Culturalmente, Europa y EEUU, y en esto España no se distingue en absoluto del resto de sus socios de la UE, siguen el mismo patrón. Puede parecer que nuestras culturas no son idénticas pero basta con compararnos con la India, Kenia, Corea del Norte o Japón para entender que a los ciudadanos del Atlántico nos unen fuertes lazos culturales.

¿Qué ha ocurrido en EEUU para que un candidato tan polémico como Trump se haya convertido en el nominado del Partido Republicano?
Soy de la opinión de que los causantes del ascenso de Trump han sido la erosión de la clase media americana y el aumento de la desigualdad. Puede que haya otros causantes pero me parece que muchos americanos sienten que están peor que hace unos años y que sus hijos van a tener menos oportunidades económicas que ellos. Algunos culpan de esto a los inmigrantes mexicanos, otros al sistema financiero, otros a la globalización y otros a las clases políticas. Mi opinión es que el causante real de la precariedad laborar y el aumento de la desigualdad ha sido un proceso mucho más estructural vinculado al desarrollo tecnológico y a la automatización de muchos puestos de trabajo. Las revoluciones en robótica, algorítmica, datos y otros ámbitos han producido aumentos muy significativos en productividad de bienes y servicios pero también han destruido empleos. Desde los años 70 a esta parte las ganancias en productividad han ocurrido sin aumentos en las rentas del trabajo, lo cual significa que los salarios han dejado de ser el gran redistribuidor de riqueza. Esto ocurre porque la nueva productividad no requiere empleos (de hecho en muchos casos requiere que estos dejen de existir). Investigadores en la Oxford Martin School han calculado que mas del 40% de los empleos actuales están en riesgo de ser automatizados. Nunca antes en nuestra historia había sufrido nuestro modelo económico semejante transformación en tan poco tiempo.

En esencia: la tecnología produce prosperidad pero también la concentra en pocas manos; en las de aquellos que innovan y lanzan nuevas empresas capaces de capturar mercados enteros. Esto nos lleva a la paradójica circunstancia de que vivimos en tiempos de abundancia pero también de crisis social y política. Estamos, en efecto, fracasando en el gobierno de la abundancia. Trump y el resto de los populistas explotan el malestar de las clases medias y bajas y por lo tanto se erigen en los representantes de aquellos que quieren un nuevo sistema.

Cuando lleguen estos líderes anti-sistema al poder (si llegan) tendrán una agenda de ruptura con el orden anterior y podemos entrar en una era anti liberal. Es decir una era marcada por  políticas anti libre comercio, anti inmigración, «anti cosmopolitanismo», anti Unión Europea, etc.

¿Qué efectos tendría a nivel nacional y mundial una hipotética presidencia de Trump?
Es muy difícil hacer aquí una predicción porque sabemos muy poco sobre la política exterior que quiere llevar a cabo Trump. Sus asesores no tienen mucha experiencia ni se han posicionado sobre temas importantes. El propio Trump, a su vez, no ha detallado con claridad su programa exterior. Así que tenemos que sacar lecturas de lo poco que ha dicho y esto ha sido, en su mayoría, bastante rupturista con el consenso en EEUU de las ultimas décadas

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. Decía hace poco Joseph Nye que parece que Trump quiere debilitar el sistema de alianzas americano, una pieza fundamental del orden internacional desde el final de la Segunda Guerra Mundial. De ser este el caso sería una mala noticia para Europa, Japón, Corea y otros aliados que han contado con el apoyo político y militar de EEUU desde hace mas de medio siglo. El mundo sería mas peligroso, podría haber, por ejemplo, mas proliferación nuclear o incluso conflictos militares de pequeña y mediana escala en Asia, África y la frontera este de Europa.

Lo cierto es que es fundamental para la paz y estabilidad internacionales que EEUU se mantenga comprometido con sus aliados y que vele por ciertos principios del orden internacional. Entre esos principios es importante que respete también el del multilateralismo, algo que a veces los mismos EEUU han violado, para ruina de todos. Pero si bien nos debe preocupar una América unilateralista e intervencionista, como lo fue durante la Presidencia de George W. Bush, creo que no debemos menospreciar el riesgo de una América paralizada e introvertida que no hace uso de su fuerza política, económica y militar en la defensa de los valores liberales cosmopolitas que han regido el mundo desde hace décadas.

Respecto al Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión entre la UE y EEUU (TTIP), ¿cuáles son sus puntos fuertes y debilidades?, ¿confía en que se aprobará en el corto plazo?
Sería no solo económicamente importante sino también fundamental en términos geopolíticos que EEUU y la UE firmaran el TTIP. Un acuerdo de libre comercio en el Atlántico crearía riqueza, esto lo sabemos a ciencia cierta, pero es que además crearía el mayor bloque comercial del mundo y permitiría a sus integrantes fijar los cánones regulatorios a nivel global. Aquellos que se oponen a este acuerdo lo hacen por intereses espurios o por desinformación. Por desgracia vivimos en una época donde nuestras clases políticas han perdido gran parte de su prestigio y credibilidad y, por lo tanto, de su capacidad para liderar. Es precisamente liderazgo y capacidad de comunicación lo que hace falta cuando uno tiene que sacar adelante acuerdos tan complejos como el TTIP. Vivimos también en una época donde la desigualdad y la erosión de la clase media han alcanzado tales niveles que se esta llegando a cuestionar el libre comercio. Este, sin embargo, no es el causante de esos procesos. El libre comercio ha sido y sigue siendo un gran generador de riqueza y no deberíamos confundir los problemas de redistribución con los de generación de riqueza a riesgo de destruir mucho valor económico en el proceso de abordar los retos de la clase media.

En el Programa de Relaciones Transatlánticas que dirige: ¿cuáles son las tendencias que están observando en la actualidad?, ¿habrá cambios en el corto-medio plazo?
Las tendencias indicadas arriba son las fundamentales y las más preocupantes. El Programa que dirijo busca además explorar el concepto de la Cuenca Atlántica en profundidad y entender si realmente existe una comunidad política y económica en el Atlántico amplio. La extensión del concepto de relación transatlántica para incluir en él a América Latina y el África Atlántica es algo que estamos estudiando en Harvard y que puede producir un amplio trabajo intelectual. De hecho estamos preparando una conferencia sobre esta cuestión para marzo del 2017 en Madrid.

Soy personalmente un firme creyente en el concepto del Atlantic Basin, un eje “civilizacional” que incluye a todos los países ribereños del Atlántico y que es, en esencia, la cuna de la cultura occidental. Ese eje puede proyectarse sobre el resto de cuestiones de la agenda internacional y tener un gran impacto. Podría ser, por ejemplo, un espacio donde se tenga un debate mas profundo sobre cuestiones de transformación económica, desempleo y populismo. España seria una pieza fundamental en esa forma de entender el Atlántico ya que tiene un fuerte anclaje Europeo, una larga historia y contacto con el África Atlántica, y una proyección Americana muy marcada tanto en Iberoamérica como en Norte América. Lo que es más, me atrevería a decir que España solo es realmente importante en el mundo cuando tiene su vocación Atlántica clara ya que es en ese espacio donde verdaderamente podemos capitalizar nuestros activos como país: entre los cuales destacaría la historia y cultura compartidas con otros estados de la región, el uso del mismo idioma y una inmensa presencia institucional y empresarial. 

¿Qué puede aportar una organización como The Hispanos Council a las relaciones trasatlánticas?
Creo que The Hispanic Council puede ayudar a consolidar esta visión amplia del Atlántico y de la Cuenca; y del rol de España en él. Al tener muy presente y poner en valor la presencia hispana en EEUU, The Hispanic Council ya es partícipe de una visión amplia del Atlántico. Es por ello que me sumo a su Consejo Asesor con gran ilusión y ganas de contribuir a sus trabajos.