El territorio de Luisiana, actualmente ubicado en la zona suroeste de Estados Unidos, en la parte estadounidense del Golfo de México, fue descubierto por exploradores españoles durante la primera mitad del siglo XVI.
El delta del río Mississippi, que hoy forma parte del estado de Luisiana, fue descubierto en 1519 por los hombres de la expedición de Alonso Álvarez de Pineda. A los pocos años, otros personajes históricos, como Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Hernando de Soto o Francisco Vázquez de Coronado, exploraron la cuenca del río Mississippi desde la Florida y cruzaron la región. Existen, por lo tanto, evidencias de que la presencia española en Luisiana antecede a la incorporación del territorio por parte de los franceses en Nueva Francia (en torno a la actual zona francófona de Francia).
En 1673, las expediciones galas, que partían de las colonias de Nueva Francia con intereses económicos y soberanistas, decidieron reclamar como francés el territorio cercano al río Mississippi. Con esta determinación, los franceses lograron extender el territorio de Nueva Francia desde los Grandes Lagos hasta el Golfo de México.
A partir de 1682, la zona fue bautizada como Luisiana francesa , en honor al rey Luis XIV. Permaneció como territorio francés durante casi un siglo entero, hasta 1763. Un año antes, España había entrado en la Guerra de los Siete Años (1756-1763) para apoyar a Francia y, a cambio, el rey Carlos III solicitó que París cediera la Luisiana a los españoles. Francia fue la gran perjudicada del conflicto bélico y se vio obligada a entregar a Gran Bretaña todos los terrenos al este del Mississippi , además de los territorios en la zona norte de Nueva Francia, lo que es hoy la frontera entre Estados Unidos y Canadá.
La Luisiana pasó a manos españolas tras la firma del Tratado de París (1763), por el cual España cedía la Florida que, de facto, no controlaba. La gestión de Luisiana no fue una tarea sencilla para Antonio de Ulloa, el primer gobernador español de allí. Por un lado, las arcas públicas estaban mermadas por las guerras en las que se había visto involucrada España. Y, por otro lado, el grueso de la población había crecido bajo administración francesa y recelaban del cambio de soberanía a manos españolas.
A pesar de las dificultades, durante la presencia española en Luisiana, el territorio experimentó un crecimiento demográfico sin precedentes. Con los gobiernos de Luis de Unzaga y Amézaga y de Bernardo de Gálvez, se impulsó la inmigración de origen europeo. Entre 1763 y 1803, periodo de administración española de Luisiana, la población creció un 500%.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, las hazañas de los gobernadores españoles de Luisiana se sucedieron. Bernardo de Gálvez, principalmente, se consolidó como uno de los exponentes más populares de la presencia española en la zona. Derrotó a las tropas británicas en Baton Rouge, Naches, Mobile y Pensacola.
A pesar de esas décadas de esplendor, la situación política de la Península Ibérica afectó a los territorios españoles de ultramar. La inestabilidad política era la nota dominante en España tras la llegada de Napoleón al poder en Francia. En el año 1796, España firmó el segundo Tratado de San Ildefonso con Francia (el primero se firmó en 1777), un acuerdo de apoyo mutuo contra Gran Bretaña, que entendían que era el enemigo común.
En el año 1800 se rubricó un nuevo Tratado de San Ildefonso. Firmado entre Urquijo, en representación del rey Carlos IV, y Berthier, en representación de la república francesa, el tercer Tratado de San Ildefonso se mantuvo en secreto durante meses. En el texto se acordó que, pasados seis meses, España entregaría la Luisiana a Francia, territorio soberano español desde el Tratado de París de 1763.
España siguió administrando Luisiana hasta 1803, cuando se conocieron los puntos del acuerdo. El mismo año en el que Napoleón, incumpliendo los términos del último Tratado de San Ildefonso, decidió vender Luisiana a Estados Unidos por un precio ligeramente superior a los 23 millones de dólares.
Actualmente, el legado español en Luisiana está muy presente, especialmente vinculado con la figura de Bernardo de Gálvez. La bandera de Baton Rouge, aprobada oficialmente en 1995, recoge la historia de la ciudad de manera muy clara y representa a España con un castillo en la parte superior derecha. Precisamente, Bernardo de Gálvez fue el responsable de liberar a la ciudad de la presencia británica. Y Pensacola, conocida como “La Ciudad de las Cinco Banderas”, tiene las enseñas de Castilla y León.