El primer viaje de Cristóbal Colón a América ha estado siempre rodeado de rumores por el resquemor que produjo, entre otros, al país vecino: Portugal. El Tratado de Alcaçovas (1479), firmado entre Portugal y España, establecía, entre otras disquisiciones, que sería reconocido como territorio portugués todo lo descubierto por debajo del paralelo 26. Una franja que, trazada en un mapa, atravesaba México por Baja California, la península de Florida y hasta el sur de las islas Canarias.
Cristóbal Colón, antes de iniciar su primera expedición, se había comprometido con los Reyes Católicos a entregarles el 90% de los beneficios recaudados en su periplo. Pero las tierras ignotas que descubriese eran susceptibles de pasar por el detallado escrutinio portugués, de acuerdo con lo firmado en 1479. Reclamar territorios al sur del paralelo 26 podría haber sido casus belli y haber desatado un conflicto entre los vecinos ibéricos.
Unas semanas más tarde que algunos de sus compañeros, Colón, en su regreso a la península, recaló en Lisboa, donde el rey Juan II no perdió la oportunidad de tomar nota de las hazañas colombinas. Su intención no era otra que explorar la posibilidad de reclamar como portugués todo aquel territorio descubierto por debajo del paralelo 26, en cumplimiento de lo acordado.
Los Reyes Católicos habían previsto este escenario y se aseguraron de tener de su lado al recién elegido Papa Alejandro VI, el español Rodrigo de Borja. Antes de que portugueses y españoles se empujaran mutuamente al conflicto directo, el Papa hizo públicas las conocidas como Bulas Alejandrinas, previsiblemente en mayo de 1493. A través de ellas, el Papa Alejandro VI otorgó a Castilla el derecho a conquistar América, reclamar como propios los territorios descubiertos y mandar hombres allí con la misión de evangelizar.
Las Bulas Alejandrinas recogieron cuatro documentos: breve Inter caetera, bula menor Inter caetera, bula menor Eximiae devotionis, y la bula Dudum siquidem. Las fechas en las que fueron redactadas y dadas a conocer varían dependiendo de la fuente, pero de lo que no hay dudas es de que datan de mediados del año 1493, tras la llegada de Colón a Barcelona a mediados del mes de abril.
El breve Inter caetera concluyó que pertenecería a Castilla todo territorio descubierto por sus hombres. La bula menor homónima incidió en lo recogido en el breve y fijó un meridiano, que inspiraría el futuro Tratado de Tordesillas (1494), a partir del cual todo territorio al oeste pasaría a ser de Castilla y todo territorio al este sería portugués.
La bula Eximiae devotionis desarrolló un poco más la Inter caetera y concluyó que las tierras descubiertas al oeste del meridiano serían de dominio de los Reyes Católicos, de la misma manera que pertenecían a Portugal sus territorios africanos. La cuarta bula, la Dudum siquidem, aprobada un poco más tarde, ampliaba el margen de aplicación de los textos previos a todo territorio asiático, que los españoles alcanzaron siguiendo la ruta occidental. Es decir, serían de dominio castellano las tierras descubiertas en la India.
Las Bulas Alejandrinas no fueron bien recibidas en Portugal, pero habían puesto sobre la mesa la idea de un meridiano que dividía el Atlántico. La comitiva del rey Juan II no dejó pasar la oportunidad de mejorar ese proyecto y llegar a un acuerdo sobre la división del océano con los españoles. Así, después de unas arduas negociaciones, España y Portugal firmaron el Tratado de Tordesillas el 7 de junio de 1494. Según este acuerdo, se estableció un reparto de las zonas de navegación y dominio del Atlántico con un meridiano fijado 370 leguas al oeste de Cabo Verde.