Francisco de Orellana fue un explorador y conquistador español que nació en Trujillo, Cáceres, en 1511, y ha pasado a la historia por ser el primer español en descubrir la selva amazónica y navegar el Amazonas.

En 1527, a la edad de 16 años, Orellana se marchó con el conquistador Francisco Pizarro, con quien estaba emparentado, al Nuevo Mundo. Demostró ser un soldado valiente, con sed de aventuras, que luchaba fervientemente en las batallas. Tanto, que perdió un ojo en una de ellas. Participó activamente en la conquista del Imperio de los Incas en 1532 y en la colonización de Perú (1535). Además, Orellana fue el fundador y gobernador de la ciudad ecuatoriana de Guayaquil desde 1538 hasta 1540. Como muestra de su apego a estas tierras, llegó a estudiar las lenguas indígenas de la zona, para integrar profundamente su persona en aquellos territorios y gentes.

Imagen de National GeographicA pesar de la comodidad que le otorgaba la vida de gobernador, en la Navidad de 1540, se sumó a la expedición que buscaba el País de la Canela, dirigida por el gobernador de Quito, Gonzalo Pizarro (medio hermano de Francisco Pizarro). El objetivo de la aventura -que contaba con 170 españoles y 3.000 nativos- no era otro que dar con la mítica ciudad de El Dorado y unos árboles de la canela de los le habían hablado los nativos. Pizarro partió antes que Orellana, que intentó seguir sus pasos acompañado de 23 hombres. Atravesaron los andes ecuatorianos y sufrieron los vientos helados de sus cumbres hasta llegar al campamento de Pizarro. Finalmente, aunque, para decepción de todos, solo encontraban minúsculos arbustos de canela sin aroma. Además, el campamento estaba asentado en una zona inhabitable.

Ante esta situación insostenible, Pizarro encomendó a su equipo construir una nave a base de árboles, pieles de caballos, herraduras, etc. Para sorpresa de todos, la nao consiguió flotar. Una vez lista, Pizarro le encomendó a Orellana que partiera con 60 hombres río abajo para encontrar alimentos, al ser considerado como el mejor candidato para la misión, ya que, gracias a haber estudiado las lenguas indígenas, podría comunicarse con los nativos que se encontrara a su paso. Navegaron durante días por los ríos ecuatorianos Coca y Napo -ubicados en la cuenca del río Amazonas- sin encontrar nada ni a nadie, hasta el 3 de enero de 1542. En esa fecha, Orellana y sus hombres se toparon con el cacique de Aparia, que les recibió y dio de comer.

Después, Orellana ordenó retomar el camino de vuelta río arriba para reencontrarse con Pizarro, pero sus hombres se negaron por la dificultad de luchar contra la corriente. Esperaron al conquistador durante un par de semanas, ya que habían acordado que iba a avanzar lentamente río abajo hasta encontrarse con ellos. Después de un mes sin noticias, perdieron la esperanza y retomaron su travesía río abajo, hasta llegar al Océano Pacífico. En su trayecto de salida del Amazonas, Orellana y sus hombres fascinaron con la vegetación, los paisajes, animales y las mujeres fuertes y luchadoras que habitaban la zona, llamadas Amazonas. A ellas dedicaron el nombre del río. Alcanzaron la desembocadura del Amazonas el 24 de agosto de 1542 -que ya se conocía- y volvieron a la isla de Cubagua del Caribe el 11 de septiembre.

En mayo de 1543, Francisco de Orellana regresó a España, se casó con una andaluza e intentó conseguir las capitulaciones para emprender una nueva expedición al Amazonas. Ante la falta de dinero, se las negaron. Pero Orellana se saltó las órdenes y partió igualmente hacia el Amazonas, incluso realizando algún acto de piratería en el camino. Alcanzó su estimado río en diciembre de 1545 y casi un año más tarde, en noviembre de 1546, murió a causa de las fiebres. Para su tumba, se erigió una cruz al pie de un árbol en el espectacular escenario que marcó su vida.