El archiconocido pintor de batallas, Augusto Ferrer-Dalmau, está ultimando los detalles finales de su última obra: el paso de Francisco Vázquez de Coronado por Arizona en 1540. El explorador español realizó entre 1540 y 1542 una expedición que le llevó a conocer nuevos territorios y zonas por las que europeos nunca antes habían puesto un pie.
¿Cómo llegó Coronado a plantearse un viaje que comenzó en Compostela, actualmente en México, y que llegó hasta la mismísima Kansas? Para empezar, este español nació en Salamanca en 1510, en el seno de una familia de hidalgos. A pesar de su juventud (llegó a Nueva España con tan sólo 25 años), consiguió escalar rápidamente en la jerarquía de la administración de los territorios españoles en el Nuevo Mundo, llegando a gozar de una relación de confianza con Antonio de Mendoza, primer virrey de Nueva España desde 1535 hasta 1550
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. De hecho, a los tres años de desembarcar en tierras americanas, en 1538, fue nombrado gobernador de Nueva Galicia.
Los preparativos para iniciar la expedición comenzaron a idearse a causa de otra expedición. Algunos de sus supervivientes aseguraban haber escuchado hablar a indígenas de una ciudad maravillosa repleta de tesoros, al norte de Nueva España. Antonio de Mendoza quedó tan impresionado que financió una nueva expedición con más de 1.000 integrantes y encargó a Coronado, quien también asumió parte del coste con su propio patrimonio, que liderase esta iniciativa. De esta manera, en febrero de 1540 partieron desde Compostela, ascendiendo por la costa del golfo de California. Más de dos meses después de iniciar el viaje, Coronado y los suyos llegaron al lugar donde, teóricamente, se encontrada esa preciosa ciudad llena de riquezas, pero la realidad es que sólo había varios poblados indígenas con escasos bienes de valor. A pesar del varapalo, Coronado decidió continuar la expedición y formó pequeños grupos de reconocimiento que lanzó a explorar los alrededores de la actual Arizona. Uno de esos grupos, liderado por García López de Cárdenas, descubrió al poco tiempo el Gran Cañón del Colorado, acontecimiento que Ferrer-Dalmau inmortalizó en una de sus pinturas.
Coronado, en cambio, decidió continuar hacia el noroeste, marchando por los actuales estados de Nuevo México, Texas, Oklahoma y Kansas, encontrándose con diferentes tribus indígenas y buscando la región de Quivira, en la que según los indígenas abundaban diversos tipos de riquezas. No obstante, cuando Coronado y su equipo de expedicionarios alcanzaron dicho lugar, no encontraron nada más que pequeñas poblaciones de indios wichita, cuyas riquezas se limitaban a productos de caza, pesca y pequeñas estructuras de paja, donde habitaban. De este modo, viendo que no lograban hallar tales ciudades y regiones de leyenda con multitud de tesoros, el español puso punto y final a la expedición y regresaron de nuevo a casa, tras dos años de exploración. No obstante, Francisco Vázquez de Coronado sí fue testigo, en tan sólo dos años, de un viaje en el que por vez primera los españoles pisaron aquellas extensas llanuras y grandes colinas de un continente del que todavía quedaba mucho por explorar.