Fernando de Leyba nació en Ceuta un 24 de julio de 1734, pero fue al otro lado del atlántico donde realizó una gesta aún desconocida para muchos, pero que forma parte de nuestra historia y de nuestro legado en Estados Unidos. Este militar español defendió la ciudad de San Luis, actualmente en el estado de Missouri, con 300 hombres, en una batalla que fue fundamental para el devenir de la guerra de independencia (1775 – 1783). El 26 de mayo de 1780, Fernando de Leyba lideró la defensa de aquella ciudad a orillas del Mississippi y la victoria española fue clave para mantener el suministro de armas, municiones y otros bienes a los rebeldes a través de este río.
España venía prestando ayuda encubierta a los insurgentes americanos, pero de manera formal entró en guerra con Gran Bretaña en 1779. Don Bernardo de Gálvez, gobernador de Luisiana en Nueva Orleans, sabía de la gran importancia de San Luis para mantener el control del río Mississippi, por lo tanto ordenó a Leyba que le mantuviera informado de los acontecimientos. Durante el tiempo que Leyba estuvo en San Luis cultivó una estrecha amistad con Rogers Clark, el líder rebelde en Illinois, quien al visitar la ciudad y temiendo un ataque desde Detroit, sugirió a Leyba fortificarla y prepararse. Fue entonces cuando Fernando de Leyba comenzó en abril de 1780 los preparativos para defender San Luis.
Leyba había solicitado a Gálvez que le enviara refuerzos, la contestación fue que San Luis tendría que defenderse sin refuerzos, por lo que tuvo que completar sus fuerzas solicitando apoyo de Santa Genoveva. También se contó con los colonos que allí habitaban, por lo que la defensa estaba compuesta por 29 soldados regulares y 281 de milicias incluyendo a los americanos y los llegados de Santa Genoveva. Además, aunque Leyba había conseguido recaudar cierto dinero, casi la mitad de su propio bolsillo, para la construcción del fuerte de San Carlos, este no pudo terminarse a tiempo para el momento de la batalla.
El 26 de mayo comenzó el ataque a San Luis, donde los americanos y españoles combatieron hombro con hombro para repeler el ataque de los británicos y las tribus nativas americanas que les acompañaban. La defensa planteada cogió por sorpresa a los atacantes, que esperaban una victoria sencilla. Los casacas rojas junto con las tribus persistieron el ataque pero fueron rechazados y al no obtener la victoria rápida que esperaban se retiraron. En ese proceso, los nativos se ensañaron con los hombres que trabajaban en el campo y no estaban en la defensa de la ciudad, tratando de estremecer a los defensores para que salieran, pero no surtió efecto y San Luis no pudo ser tomada.
Carlos III premió la hazaña de Leyba y le ascendió a teniente coronel al año siguiente, aunque este no pudo disfrutar de dicho reconocimiento, ya que falleció el 28 de junio de 1780. Una enfermedad que padecía le arrebató la vida apenas un mes después de la batalla, siendo enterrado el mismo día, frente al altar de la iglesia parroquial de la ciudad que había defendido de manera tan valiente.
Es uno de los capítulos poco conocidos del legado español en Estados Unidos, pero su defensa de San Luis fue fundamental para el éxito de los americanos en la guerra de independencia, que podía haber tomado otra dirección en caso de haber perdido San Luis y el control del río Mississippi.
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