Nació en Italia, pero desarrolló toda su actividad profesional y personal bajo la bandera del Imperio español en América. Eusebio Chini, conocido como Kino, natural de Segno (Savona), era Catedrático de Matemáticas, pero lo dejó todo para convertirse en jesuita y, hábitos mediante, convertirse en misionero en América.
Cuenta Borja Cardelús que Kino fue destinado a Baja California, que entonces se creía una isla. Sin embargo, la dureza de la geografía llevó a las autoridades a considerar que no merecía la pena mantener allí misiones, pues a duras penas podían mantenerse en aquel pedazo de tierra casi yermo en mitad del agua.
Se trasladó entonces Kino a Pimeira, entre los ríos Colorado y Gila, dentro de lo que hoy es Arizona. Allí se empleó a fondo en la fundación de misiones, entablando buenas relaciones con los indígenas locales, a quienes visitaba con una mula llena de regalos defendiendo su máxima de que «es más fácil enseñar a un indio bien alimentado que a uno hambriento».
En su expansión misionera, Kino formó a indígenas en oficios necesarios para el desarrollo de las misiones -carpinteros, herreros, pintores…- y solicitó a México el envío de ganado, semillas y todo lo necesario para convertir a estos nuevos centros en autosuficientes y estables. Introdujo así en Arizona el ganado, el trigo, los árboles frutales, pero también la arquitectura y música occidentales, al tiempo que convirtió a la postre a los indígenas, antes nómadas y guerreros, en tribus estables y pacíficas.
Pese a centrarse en la región de Pimeira, hasta el punto de que hoy día se le considera el padre de Arizona, Eusebio Chini no olvidó su primer destino en América: Baja California. Continuó dándole vueltas a cómo abastecer a los nativos de lo que entonces se consideraba una isla, hasta que un día se dio cuenta de que lejos de ínsula, se encontraba ante una península. La clave fueron unas conchas azules que encontró en Arizona y que ya había visto en Baja California.
Para confirmar su teoría subió a un cerro y desde ahí comprobó que la Baja y la Alta California estaban unidas por una larga lengua de tierra. Es decir, que enviar ganado a los nativos de Baja California no era tan costoso al no ser necesario hacerlo por barco, sino que bastaría hacerlo por tierra. Kino, que más allá de evangelizador era un gran científico, demostró así que las misiones de Baja California eran viables.