José Antonio Crespo-Francés y Valero, Coronel de Infantería, nació en Madrid el 11 de mayo de 1957. Además de su carrera militar, Crespo-Francés ha destacado como experto en temas de historia, trabajos heráldicos y uniformológicos. Ha publicado diversos artículos de gran alcance en la Revista Iberoamericana de Heráldica y en el Colegio de Armas, últimamente ligados a la cultura hispana en América y Estados Unidos, en especial. Ha analizado y dirigido estudios sobre los Estandartes Reales de don Juan de Oñate y don Juan de Garay en colaboración con la Real Academia de la Historia y el Ministerio de Asuntos Exteriores. Asimismo, ha publicado diversos libros sobre exploradores españoles de América, como Juan de Oñate o Pedro Menéndez de Avilés. En su última obra Españoles olvidados de Norteamérica, Crespo-Francés repasa la vida e importancia de diversos exploradores, iniciando su recorrido en la Florida con la exploración de la costa atlántica de Norteamérica, recuerda a Pedro Menéndez de Avilés en su 450º aniversario fundacional de San Agustín y Santa Elena (1565-66), las exploraciones del Golfo de México, del Suroeste, California y de la costa Noroeste del Pacífico hasta Alaska.
¿Por qué cree que los españoles de los que habla en su libro han sido olvidados?
Podemos hablar de olvido a un lado y otro del Atlántico pero fundamentalmente en España. Como soldado no oculto mi amor por España, amor apasionado, pero consciente y responsable. Con este sencillo trabajo pretendo ofrecer una llave para adentrarnos en la época de la exploración, asentamiento y poblamiento español en Norteamérica, la actividad misionera, así como en los momentos críticos de la independencia de los EEUU en los que contó con el decidido apoyo y poco reconocido de España. En todos esos momentos hubo españoles que pueden y deben servir de ejemplo a futuras generaciones tanto en Norteamérica como en España.
Quiero agradecer antes de nada a The Hispanic Council esta oportunidad que me brinda para recordar la importancia de traer a la memoria a personajes olvidados, Españoles Olvidados, para refrescar su recuerdo y sacarlos del polvoriento zaquizamí de nuestra Historia, allí arrumbados por nuestra desagradecida España.
Cuando hablamos de la exploración española en América tras el Descubrimiento, de la Hispanidad, siempre se deja de lado Norteamérica siguiendo la estela anglosajona, gracias a Dios ya en declive, de obviar la presencia y actividad española en la mitad norte del continente, y digo ya en declive por la intensa actividad y deseo de recuperación del pasado español tanto por parte de historiadores y arqueólogos norteamericanos en general como por instituciones y organizaciones que indagan sobre el pasado español de territorios olvidados en Norteamérica. Hay muchísimos ejemplos y como botón de muestra menciono en Carolina del Sur con la Santa Elena Foundation responsable de esclarecer lo que fue la capital de Florida durante veinte años tras su fundación en 1566, un año después de San Agustín, bajo la figura de don Pedro Menéndez de Avilés, figura central en mi tesis doctoral.
¿Cómo cree que debe introducirse en el currículum académico la relación entre España y EEUU?
En el caso norteamericano creo que se está haciendo poco a poco. No centrando el origen de los EEUU en las Trece Colonias y tratando el asunto hispano como algo colateral al estudiar la historia atlántica desde el siglo XVI a principios del XIX período en el que España fue potencia de primer orden y elemento decisivo, sino integrándolo como un elemento propio más. Pero sobre todo eliminando prejuicios que niegan toda posibilidad civilizadora a España centrándose en interpretaciones parciales sin entrar de lleno en el estudio de las Leyes de Indias por ejemplo y en los interesantísimo debates internos que se produjeron las el Descubrimiento en Valladolid y Burgos.
Archer M. Huntington, fundador de la Hispanic Society of América de New York, afirmaba en 1904: “Los españoles, más que ninguna otra nación europea, han sabido preservar la verdadera esencia de la Civilización Occidental».
El escritor George Warton es categórico al afirmar que: “Las gentes de habla inglesa han creído siempre que Inglaterra ha sido el único poder colonizador de la historia. Pero considerando el tiempo y las circunstancias debe concederse a España el honor y la consideración de una obra más completa. Más grande en cuanto a las dificultades a vencer, más grande en cuanto al espíritu que la animó, más grande considerando sus últimos resultados, más grande en lo referente a la sabiduría con que fueron dirigidos sus trabajos, más grande por el maravilloso espíritu humanitario que desarrolló” .
Detalles como reconocer, sin enfrentamientos con la actual y hermosa tradición norteamericana actual, como parte de la historia estadounidense las Acciones de Gracias realizadas en territorio norteamericano por Pedro Menéndez de Avilés en 1565 en Florida y Juan de Oñate en 1598 en el Suroeste fundando Nuevo México, serían un buen punto de partida.
La historia convencional de Norteamérica considera punto de origen de su nación la llegada de un barco llamado el «Mayflower» a Plymouth en 1620, tanto que se borró la memoria de la acción española, donde un grupo de puritanos ingleses, cansados de las supuestas concesiones de su país a la Iglesia Católica, establecieron varias colonias permanentes en lo que luego fue conocido como Nueva Inglaterra. No obstante, sobredimensionar la importancia de aquel episodio ha terminado por al menos solapar y en otros casos ocultar una aplastante e inapelable realidad histórica y es que el primer asentamiento europeo en Norteamérica, San Agustín de Florida, había sido fundado por Pedro Menéndez de Avilés cincuenta y seis años antes que los asentamientos anglosajones se establecieran.
Entre los héroes más olvidados que recoge en su libro, ¿con cuáles cree que se ha portado peor la memoria?
No sabría decirles pues cada momento tiene algún personaje especial. Durante el primer período exploratorio los pilotos, Antón de Alaminos, Diego Miruelo o Gonzalo Gayón… y navegantes que desconocían todavía las dimensiones territoriales y costeras por un lado y otro del continente. Los pequeños grupos exploratorios o supervivientes de naufragios como Cabeza de Vaca y sus tres compañeros, o aquellos que por primera vez se asomaron al Gran Cañón.
No podría poner a ninguno por encima ni delante de otro, cada uno tuvo una experiencia y dificultades diferentes. Algunos al mando de una fuerza importante, como De Soto, otros en pequeños grupos o con grupos de familias como Oñate por el Suroeste, o Anza por California, otros prácticamente en solitario como Domínguez y Escalante con el oficial topógrafo Bernardo de Miera Pacheco por el cañón del Colorado, o supervivientes como cabeza de Vaca, pero si hay que nombrar a uno en representación de todos, me quedo con la figura de Don Pedro Menéndez de Avilés, fundador de la primera ciudad de los EEUU que sufrió toda clase de penalidades en Florida, invirtiendo todo su patrimonio personal y familiar y sufriendo las zancadillas de envidiosos en la península.
Tampoco quiero olvidar a ese grupo de marinos y científicos que durante el último estertor del Imperio en la segunda mitad del siglo XVIII y desde Nueva España, en concreto desde San Blas, protagonizaron la exploración de la costa noroeste hasta Alaska… Fidalgo, Bodega y Quadra, Pérez, Martínez, Malaspina, Bustamante… También todos aquellos que ayudaron a la independencia norteamericana, Gálvez ya reconocido, pero otros olvidados como Fernando de Leyba en San Luis, Francisco de Saavedra o el espía y gran amigo de Washington Juan de Miralles. Todo esto, sin dejar de lado la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna considerada por Jenner y Humboldt como la primera gran expedición humanitaria de la Historia.
¿Hay más conciencia de la herencia hispana en EEUU que en España?
En muchos lugares sí, aunque también de forma ignorante sigue viva la leyenda negra tanto en los EEUU como en España donde algunas corrientes la han asumido por completo. Yo he podido percibir esa herencia, ese amor por ella en el Suroeste y ello me ha hecho amar a España más todavía cuando visité lugares sencillos como en Rancho de las Golondrinas, Truchas o Chimayó o cuando al regresar a España desde Alburquerque un campesino llamado Pedro Tapia al que desconocía se acercó hasta el aeropuerto y me trajo como presente de despedida unas figuritas de madera de San Isidro Labrador y dos pequeños bueyes diciéndome «esta es la tradición que nos trajo don Diego de Vargas desde Madrid, llévate este recuerdo de regreso para que sepas que no olvidamos de dónde venimos».
En España, la leyenda negra y el triste pasado del siglo XIX sembrado de guerras civiles tras la marcha de América ahan hecho muchos daño a la visión de nuestro propio pasado. Esa conciencia debe ser una línea de intercambio de doble dirección que partiendo de esa raíz histórica alcance todos los campos del conocimiento y de las relaciones humanas, la Lengua, el Comercio, la Economía, las Artes, el Derecho…
¿Vivimos todavía bajo un clima de Leyenda Negra? ¿Cómo se podría combatir?
Hasta cierto punto sí, y en muchos casos totalmente, pero sobre todo por nuestra culpa. En general todos los pueblos tienen una tendencia a menospreciar a los vecinos, y los términos en los que ese menosprecio se expresa siempre tiene sus dejes históricos. Pero no creo que los británicos, los alemanes, franceses, holandeses o italianos expresen más prejuicios sobre los españoles que los españoles sobre esos pueblos.
Este sencillo trabajo pretender derribar ese muro, pretende ofrecer una imagen de España como el centro de un mundo creado por los españoles en el siglo XVI, con sus virtudes y defectos pero en ningún caso como la de un monstruo devorador de personas y ansioso de oro. La intención no es otra que la de ofrecer la imagen de la España de la época de la exploración, población, asentamiento y del momento clave del apoyo a la independencia de los EEUU, alejando la imagen negativa tan asumida por los propios españoles nacida de la leyenda negra.
Una potencia que decide saquear, asesinar y diezmar un territorio no lleva colonos con sus familias, planea y diseña ciudades dentro de un orden renacentista, establece colegios, seminarios y universidades, no se mezcla con los pobladores y no crea un arte, música y estética nueva fusión de ambas culturas, de la que nace, como afirmó Vasconcelos, la raza cósmica. Ese mito del saqueo y la maldad natural de los españoles tiene que ser derribado mediante la prueba de la realidad.
La leyenda negra nace en las potencias rivales y del entorno español dando cada una su toque peculiar para menospreciar y negativizar el legado español, y ello a gran escala pues ha llegado a ser asumido dentro de España por las corrientes políticas de la izquierda más radical y por los separatismos.
La historia española es fascinante y no lo es sólo para nosotros sino también para muchos historiadores extranjeros. Es una historia magnífica, una historia imperial, con dos vertientes, como tiene el espíritu humano, un lado bueno y también otro malo. Pero con una historia así de impresionante hay muchísimos motivos para estar orgulloso de ser español. Es decir, tenemos muchos más motivos para estar orgullosos de ser españoles que pueden tener otros de ser británicos, franceses o estadounidenses. El español de hoy en día tiene muchas razones para sentirse orgulloso de su gente, de su pueblo, de todos los españoles y del legado español. El mundo político ya es otro asunto.
Recordemos por ejemplo a Walter Raleigh, en su Historia del Mundo, carcelero del explorador español Sarmiento de Gamboa, de quien ganó su amistad y reconocimiento, y que inspiró estas líneas tras conocerle:
“No puedo menos de alabar la paciente virtud de los españoles. Raramente jamás nos es dado encontrar una nación que haya sufrido tantas desgracias y miserias como sufrieron ellos en sus descubrimientos de las indias, persistiendo, sin embargo, en su empresa con constancia invencible y logrando brindar a su patria regiones tan maravillosas que se pierde el recuerdo de tantos peligros pasados.”
Laurette Sejournée, arqueóloga severamente crítica con España, tuvo que reconocer que, «hasta nuestros días, (España) es el único país en cuyo seno se hayan elevado poderosas voces contra su propia conquista». Porque como escribió Sancho de Londoño en 1568 para definirnos: “Son Españoles los que aman más la honra que la vida, y temen menos la muerte que la infamia.”
Agradezco finalmente a The Hispanic Council esta oportunidad en este momento en el que he recibido consultas desde los EEUU para saber si el libro está traducido al inglés. Lamentablemente todavía no, me encuentro en fase de búsqueda de financiación para su traducción y edición en lengua inglesa así que cualquier ayuda será bien recibida.