“Nuestro país tiene una historia increíble llena de grandes gestas, grandes nombres y momentos, que es una profunda desconocida para los propios españoles”. De esta manera el eurodiputado Jordi Cañas (Renew) reivindicó ayer el uso de las grandes efemérides españolas en el mundo para llevar a cabo una política exterior en todo el planeta.

Cañas, que recordó que “en el resto de países de Europa explican sus historias, con sus claros y sus oscuros, mientras que en España no conocemos la nuestra”, hizo estas afirmaciones desde el Parlamento Europeo durante el webinar de presentación del informe El Galeón de Manila y la primera globalización del comercio mundial, escrito por el escritor e hispanista Borja Cardelús y publicado por The Hispanic Council.

El acto, que tuvo formato de mesa redonda, estuvo moderado por María Saavedra, directora de la Cátedra Internacional CEU Elcano, y contó con la participación, además de Borja Cardelús y Jordi Cañas, cuya oficina ha apoyado la publicación del informe, del capitán de Navío José Ramón Vallespín, director del Departamento de Estudios e Investigación del Instituto de Historia y Cultura Naval. Daniel Ureña, presidente de The Hispanic Council, presentó el evento.

“Es preocupante la falta de interés o el desconocimiento que tenemos en España, cuando no la verdadera voluntad de ocultación de nuestra historia”, remarcó Cañas, quien señaló la oportunidad perdida de usar “el quinto centenario de la llegada de España a Filipinas para haber llevado a cabo una acción de diplomacia cultural en el mayor foco geopolítico y geoestratégico del mundo como es Asia”.

En este sentido, María Saavedra remarcó que, de hecho, ahora se conmemoran “los inicios de los lazos hispano-filipinos, a través de los cuales España establecía una nueva ruta comercial comparable a la ruta de la seda y en la que el Galeón de Manila es la pieza más importante para hablar del Océano Pacífico como el lago español, que es como se le conoció durante muchos años”.

Fue un marino español, Andrés de Urdaneta, quien descubrió el llamado Galeón de Manila, la ruta comercial que durante 250 años (1565-1815) sirvió de nexo de tres continentes: Asia, América y Europa, a través de Manila y Acapulco. Hasta aquel momento solo era posible hacer el viaje por el Pacífico desde América hasta Asia, gracias al empuje favorable de los vientos, pero nadie había sido capaz de hacer la ruta de vuelta, conocida como tornaviaje.

“De la misma manera que Colón se basó en muchísimos informes, Urdaneta supo aprender de todas las voces que oía y pudo diseñar su viaje gracias a ellas”, señaló Cardelús. Por su parte, el capitán Vallsespín enfatizó el valor de la hazaña de este marino, que permitió fijar una ruta que estuvo en funcionamiento como “vía de conexión entre Manila, Acapulco y Sevilla durante más de dos siglos”.

Urdaneta, que en sus últimos años se ordenó agustino y vivió recluido en un convento en México, había sido un aventurero nato, curtido en batallas y experto en la navegación por el Pacífico. En sus viajes marítimos había ido acumulando datos sobre los vientos y las corrientes que conforman el océano Pacífico y extraído sus propias conclusiones para hacerles frente. Sus hazañas llegaron a oídos de Felipe II, quien no dudó en pedirle que se enrolara como cosmógrafo en la expendición a Filipinas que había encargado a Miguel López de Legazpi.

Tras aventurarse por una ruta diferente a la de la ida, navegando hacia el norte en busca de vientos gélidos que incluso supusieron un peligro para la tripulación, consiguió alcanzar una corriente que le llevó hacia América, dando lugar a lo que Cardelús no dudó en calificar como “la primera globalización”.