Daniel Ureña, presidente de The Hispanic Council, analiza cada semana para Dircom la última fase de la campaña presidencial de Estados Unidos. En su segunda colaboración analiza el uso del español en campaña.
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En 2006 los hispanos de Estados Unidos se movilizaron en contra de la ley antiinmigración bajo la consigna “hoy marchamos, mañana votamos” y una década después de estas reivindicaciones el español suena con más fuerza que nunca en la campaña presidencial.
Hoy en día en EEUU hay más de 56 millones de hispanos y de ellos 27,3 tienen derecho a votar el próximo 8 de noviembre. Hace cuatro años, sólo el 48% de los que podían hacerlo se acercó a las urnas. Un 71% votó por Barack Obama y un 27% por Mitt Romney. Un resultado que reforzó una de las máximas de la política en EEUU: sin convencer a los votantes hispanos ningún candidato podrá llegar a la Casa Blanca. Y el español es esencial para llegar a buena parte de esta comunidad.
La historia de las campañas electorales estadounidenses están ligadas al uso del español desde 1960, cuando Jackie Kennedy sorprendió al país protagonizando el primer spot electoral grabado íntegramente en español. Después se fueron sumando cuñas de radio, algunas frases en los discursos de los candidatos y carteles y vallas dirigidas al público hispano. Hasta que en 2002 se dio el primer debate íntegro en español entre los dos candidatos demócratas a Gobernador de Texas, Dan Morales y Tony Sánchez,. Tras este hito se añadieron las páginas web, el merchandising o los perfiles en redes sociales en español llegando a poder votar a candidatos que son bilingües y reflejan la nueva realidad hispana de EUUU, tal y como como ha ocurrido en 2016. Dos de los aspirantes republicanos a la presidencia, Marco Rubio y Jeb Bush, pudieron dejar constancia de su completo manejo del idioma, dos figuras a las que meses más tarde se sumó el candidato demócrata a la vicepresidencia, Tim Kaine, quien ya había demostrado en 2013 que dominaba el español protagonizando el primer discurso íntegro en este idioma desde el atril principal del Senado de EEUU.
El español y lo hispano funciona, aunque también hay un riesgo: el de caer en campañas facilonas y estereotipadas que ya han sido bautizadas como “hispandering”. Usar mariachis para ambientas eventos, como hizo este año Bernie Sanders, o vender el “guaca bowle” en la página web, como ocurrió con Jeb Bush, son ejemplos de ello.
A seis semanas de la elección, Hillary Clinton es la favorita entre los hispanos, pero los republicanos, con Donald Trump como figura, deberán definir su estrategia para conquistar a un público que, según The Economist, es “socialmente conservador aunque políticamente liberal”. Lo que está claro es que los hispanos podrían ser determinantes en esta cita electoral pero sin duda lo van a ser en las sucesivas.