Tras más de 5 años de negociaciones internacionales, doce países de Asia, América y Oceanía llegaron el pasado 5 de octubre en Atlanta a firmar el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP por sus siglas en inglés), el acuerdo de libre comercio más grande de la historia. 

El TPP incluye a Australia, Brunei, Canadá, China, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, países que en su conjunto representan el 36% del PIB mundial.

Este Acuerdo, fomentado hace una década por Estados Unidos, supone, entre los puntos principales, la reducción de los aranceles entre los países firmantes y la unificación de las especificaciones técnicas de productos y servicios que se comercialicen u ofrezcan entre los doce países.

Ahora el siguiente paso es que los congresos y poderes legislativos de la mayor parte de los miembros del acuerdo den su ratificación definitiva, una decisión que se espera que sea ardua, entre otros, en Estados Unidos. Tanto la derecha como la izquierda se han mostrado en contra por riesgo a que haya un traslados de trabajadores y compañías a otros países donde la mano de obra es más barata.

Tampoco se muestran conformes con el Acuerdo algunos gremios, como el farmacéutico de Estados Unidos, la industria automovilística de México o las granjas de leche de Canadá, como ejemplo.

En la página web oficial del TPP de la Secretaría de Comercio de EEUU, uno de los más interesados en que se llegara a un acuerdo, presentan todas las ventajas que el TPP ofrecerá a la economía estadounidenses, como la eliminación de más de 18.000 impuestos a las exportaciones, una mejor protección para los trabajadores y para el medio ambiente, la ayuda a las pymes para que puedan acceder al mercado mundial, la promoción del comercio electrónico o la priorización de acciones de buen gobierno, entre otras.