La isla de Guam ha saltado a la actualidad por ser objeto de controversia en la escalada de tensión entre Estados Unidos y Corea del Norte. El dictador norcoreano, Kim Jong-un, amenazó directamente con bombardear este enclave del Pacífico. Guam, una de las islas del archipiélago de Las Marianas, es territorio «no incorporado» de Estados Unidos.
Lo que no muchos saben es que Guam, antes de ser estadounidense, fue española. Al igual que el resto del archipiélago, Guaján, que es como se llamaba en español esta isla de 541 kilómetros cuadrados de superficie, formó parte de la Corona española hasta que, en 1898, Estados Unidos dejó a España sin sus colonias de ultramar.
El primer contacto de los españoles con esta isla del Pacífico fue en 1521. Por aquel entonces, Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano desembarcaron para abastecerse durante su vuelta al mundo. Pero no fue hasta 45 años después cuando Miguel López de Legazpi tomó posesión de la isla en nombre de la Corona española.
Guaján se convirtió en un punto estratégico para España, pues resultó ser una parada básica en la ruta comercial que unía Manila con Nueva España. Según cita Manuel P. Villatoro en ABC, «esta ruta comercial a través del Pacífico la protagonizó el único buque que navegó en solitario, el también denominado Galeón de Manila o Nao de China. Un lazo permanente para Oriente que se mantuvo durante dos siglos y medio».
La caída en desuso de la ruta comercial supuso la caída en desgracia de Guaján. Si antes su importancia había hecho que España enviase un destacamento para garantizar la protección del sitio, los soldados que allí quedaron fueron perdiendo cada vez más contacto con Manila y la metrópoli, hasta el punto de que no tuvieron conocimiento de que había estallado la guerra con Estados Unidos hasta que ya fue demasiado tarde.
El 20 de junio de 1898, un barco estadounidense se situó frente a Guaján y realizó tres disparos de cañón. El oficial al mando del destacamento español, el Capitán Pedro Duarte, entendió los disparos como salvas de cortesía, así que formó una delegación a la que envió hasta el navío. Una vez a bordo, el Teniente de navío Francisco García se disculpó ante el Capitán Henry Glass por no haber correspondido a su salva, explicando que el mal estado de conservación de sus cañones en tierra recomendaba no usarlos por el peligro de que estallaran.
Sin embargo, la respuesta que recibió el teniente García del capitán Glass debió de dejarle boquiabierto. El estadounidense le explicó que su intención no era saludar sino tomar posesión del territorio controlado hasta entonces por España, toda vez que Estados Unidos había declarado la guerra a su país.
El Capitán Glass se hizo así con el control de la isla logrando la rendición de las tropas españolas comandadas por el Capitán Duarte, que vio cómo su territorio era invadido por la armada de un país con el que no sabía que habían entrado en guerra.