Según los historiadores, el conquistador y cronista español, Bernal Díaz del Castillo, nació en Medina del Campo (Valladolid) entre finales de 1495 y principios de 1496. Durante su adolescencia, no fue demasiado provechoso en los estudios, aunque sí tuvo consciencia del don que tenía para la prosa y las armas. Ambas pasiones se fusionaron en sus lecturas, y sus crónicas daban buena muestra de su afán por las novelas de caballerías y los personajes clásicos de guerras históricas.
Gracias a su obra magna Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España, Bernal Díaz del Castillo ha pasado como uno de los exploradores y conquistadores españoles de América más importantes. El volumen ha permitido, además conocer con exhaustivo detalle su historia, la de sus acompañantes y la realidad que se encontraron al otro lado del Atlántico en el siglo XVI.
A punto de cumplir 20 años, en 1514, su espíritu aventurero y su formación militar le impulsaron rumbo hacia América. Los indicios históricos más coherentes apuntan que la primera expedición a la que se sumó fue la de Pedro Arias Dávila, un año antes nombrado primer gobernador de Castilla del Oro.
De la conocida como Tierra Firme, Bernal Díaz del Castillo zarpó hacia Cuba, donde gobernaba Diego Velázquez de Cuéllar. Hasta 1519, participó en sendas expediciones, encabezadas por Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva.
Ya en 1519 tuvo la opción de embarcar en la que sería su tercera expedición en América. Entre los alistados, figuraba el nombre de Hernán Cortés, que resultó elegido capitán. La sabida cercanía de Díaz del Castillo con el líder de la conquista de México provocó, siglos después, que algunos detractores de su obra, como el caso de Christian Duverger en 2013, atribuyesen la autoría a Cortés.
Con Cortés al mando, los españoles fundaron, en abril de 1519, Villa de la Vera Cruz, una de las primeras ciudades de América continental fundada por europeos. La expedición culminó con la conquista de México y la caída del imperio azteca. De Moctezuma, Díaz del Castillo llegó a escribir, admirado: «(…) todos estos señores, ni por pensamiento le miraban a la cara, sino los ojos bajos e con mucho acato».
Con los años, su experiencia, sus contactos y sus viajes a España para dar cuenta de sus crónicas, le permitieron obtener cédulas reales, beneficios familiares y encomiendas en los pueblos guatemaltecos de Sacatepéquez, Joanagazapa y Mistlán. Guatemala sería, desde 1541 hasta su muerte, su lugar de residencia. Allí convivió con Angelina, de origen indio y madre de su primer hijo, antes de contraer matrimonio con Teresa Becerra. Esta trajo al mundo a un total de nueve hijos. De entre ellos destacaron Francisco, a quien Díaz del Castillo legó el manuscrito de su obra, y Pedro, que llegó a ocupar un puesto en la administración real en Guatemala.
Sus últimos viajes a España no estuvieron exentos de interés, pues, además de difundir la presencia española en América, quería conseguir beneficios para el matrimonio de sus hijas e influir en el reparto de encomiendas en América. A cambio, ofrecía un testimonio escrito reservado para plumas de alto nivel. Primero, como archivo de cartas dirigidas en 1552 al Emperador Carlos I de España y, a partir de 1558, envió también las misivas al rey Felipe II y a Fray Bartolomé de las Casas. Al no recibir la respuesta deseada, Díaz del Castillo empeñó sus líneas en un «memorial de guerras». En sus páginas recogió todas las hazañas de los soldados españoles, también reconoció la valentía de los indígenas en su defensa y aprovechó para presumir de su participación en, según su versión, 119 batallas.
La obra titulada Historia Verdadera de la conquista de Nueva España no está exenta de polémica. En 1568, Díaz del Castillo reconoció tener una versión final de la obra. Sin embargo, la primera copia que llegó a España fue en 1575. Y, para más incertidumbre cronológica de los historiadores, algunos insisten en que hasta 1577 continuó proporcionando datos biográficos que se incluyeron en la obra. En cualquier caso, Historia Verdadera de la conquista de Nueva España terminó siendo una obra póstuma. Bernal Díaz del Castillo falleció en Guatemala, en febrero de 1584. La edición no se publicó hasta el año 1632.
En la actualidad, tanto en Guatemala como en Medina del Campo, se conservan dos monumentos en memoria de Bernal Díaz del Castillo.