El 23 de Octubre de 1739, hace 282 años, dio comienzo la Guerra del Asiento, que enfrentó a la Corona española y el reino de Gran Bretaña y que concluyó con la firma de la paz en el Tratado de Aquisgrán de 1748. El conflicto coincidió con otra guerra importante en Europa, la de Sucesión Austriaca (1740-1748), también conocida como de la Pragmática Sanción, en la que estuvieron implicadas la mayoría de las coronas europeas. Dicha coincidencia ha dejado en un segundo plano de la historia a la Guerra del Asiento, aunque fue de gran importancia para el legado de España en América y tiene varios episodios dignos de mención.

El primero fue el mismo inicio del conflicto. En aquella época, eran comunes los asaltos de corsarios a barcos españoles en el Caribe y el contrabando de los bienes robados. Tanto, que España había establecido una guardia costera para evitar la actividad pirata. El buque patrullero La Isabella, capitaneado por Julio León Fandiño, formaba parte de dicha guardia y en su desempeño atrapó al bergantín Rebecca, comandado por Robert Jenkins, acusado de contrabando. La pena, impuesta y ejecutada por el propio Fandiño a bordo del Rebecca, consistió en cortarle la oreja a Jenkins mientras Fandiño le retaba “ve y di a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”.

Cuando el inglés regresó a Londres fue a Westminster con, según la leyenda, su oreja en un bote de salmuera y contó su historia, lo que supuso que Gran Bretaña declarase la guerra a España. De ahí que en la tradición británica sea conocida como la Guerra de la Oreja de Jenkins mientras que en la española se la conoce como la Guerra del Asiento, por el Asiento de Negros que daba derecho a Gran Bretaña a comerciar con esclavos africanos.

En este contexto, los británicos quisieron tomar la Florida española para incorporarla a sus 13 colonias en el continente, para lo cual resultaba de vital importancia controlar la ciudad de San Agustín. La plaza se encontraba bajo el mando de Manuel de Montiano y estaba bien provista de soldados, muchos de ellos cimarrones, esclavos negros huidos de las plantaciones inglesas y refugiados como hombres libres en territorio español. Además estaba bien fortificada, más allá del conocido Fuerte Mosé, contaba con el primer fuerte de piedra de EEUU, el Castillo San de Marcos. Estos factores permitieron a Manuel de Montiano contener la embestida británica, en gran medida por el coraje de los cimarrones, que luchaban no sólo por la soberanía de la plaza, sino sobre todo por defender su libertad bajo la protección de la Corona española.

Pero si por algo es conocida la Guerra del Asiento es por la defensa de Cartagena de Indias que llevó a cabo Blas de Lezo, que con tan sólo 4.000 hombres y 6 navíos defendió la ciudad frente a 30.000 soldados y 186 barcos británicos, constituyó una de las mayores derrotas en la historia de la Armada Real Británica.

La guerra no alteró las posesiones españoles en territorio americano, pero sí dejó para la historia importantes episodios que se siguen conmemorando a día de hoy, como la batalla de San Agustín, que anualmente se recuerda poniendo especial énfasis en el papel de los cimarrones.