Este año se cumple el 250 aniversario de una de las expediciones más importantes durante la presencia española en lo que hoy es Estados Unidos y que fue promovida por Carlos III: la Santa Expedición de Nueva California. Casi dos siglos antes  Rodríguez Cabrillo descubrió en 1542 la bahía de San Diego, y en 1596 el marino Sebastián Vizcaíno había recorrido la costa y trazado un minucioso mapa con todos los accidentes de la costa. Pero la lejanía y el aislamiento de California habían hecho que decayera el interés de la Corona por ocuparla. Sin embargo, las noticias de que comerciantes rusos comenzaban a descender desde el norte precipitó los acontecimientos.

Se organizó así esta expedición en la que en la parte militar fue designado como capitán Gaspar de Portolá, natural de Lérida y que ya había desempeñado con éxito el cargo de gobernador de la Baja California. Por otro lado, en la vertiente religiosa el escogido fue el franciscano Junípero Serra, oriundo de Petra, Mallorca.

La expedición alcanzó la bahía de San Diego descubierta por Cabrillo. Allí se fundaron un presidio y una misión en 1769, que serían el germen de la actual ciudad de San Diego. Sin embargo este era tan solo el comienzo ya que la parte esencial del plan era dar el salto a la Alta California. Mientras Junípero Serra se quedó en San Diego organizando la misión, el capitán Gaspar de Portolá partió a pie para localizar la bahía de Monterrey.

Pero la expedición no encontró la supuesta bahía. Concluyeron que Vizcaíno se equivocó y que quizá la bahía se encontraba en una latitud superior, por lo que Portolá dio orden de continuar progresando hacia el norte. Allí realizaron un descubrimiento sensacional al alcanzar la extensa bahía de San Francisco. Sin embargo, comprendieron que habían remontado demasiado al norte, por lo que dieron la vuelta y costearon hacia el sur en su busca pero sin éxito. Esto llevó a  Portolá a regresar a San Diego en un viaje de regreso especialmente duro.

Junípero Serra no aceptó las explicaciones de Portolá y aseguró que era preciso volver a buscar la bahía de Monterrey. La situación de la expedición era dramática ya que no contaban con provisiones, y el barco San Antonio, que había partido a Nueva España en busca de alimentos, no había regresado. Portolá acabó aceptando permanecer en San Diego unos pocos días más, tras los cuales si no llegaban los alimentos regresarían.

El último día del plazo el San Antonio apareció y se reanudó la búsqueda de Monterrey. Solo que esta vez el intento fue terrestre y marítimo: Portolá viajó por tierra y Junípero Serra lo hizo por mar.  En esta ocasión localizaron facilmente la bahía de Monterrey y fundaron el Presidio y la Misión de San Carlos Borromeo. A partir de ella Fray Junípero Serra impulsó la fundación de un gran numero de misiones californianas que se levantarían a lo largo de la costa enlazadas por el Camino Real.

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